El fantasma de Soledad

El año pasado, durante su gira por Lima, las Culisueltas tuvieron un altercado con sus pares locales, las Wachiturras. Durante la acalorada trifurca, se acusaban de plagio, autoría intelectual, talento, virtud, falta de inteligencia e insinuaciones sobre posibles trabajos sexuales. "¿no ves que sos hueca?", "Cocodrilo es un bar donde va la gente grande a tomar algo y les pagan a las chicas que se visten así para pasar una noche", "esta voz de pito me está matando". Los agravios parecían quedar en eso: agresiones verbales. Hasta que a una de ellas -a los efectos del relato, lo mismo da quien fue- se atrevió a decir "¿no ves la celulitis que tenés en la panza?". Esa no fue la gota que rebalsó el vaso, fue el detonante. El único que se necesita para lastimar realmente. Al menos en el plano de las mujeres heterosexuales.

Video de las Culisueltas vs las Wachiturras

En La Era Braganza no es la celulitis lo que nos aterra, sino la soledad. El fantasma de la soledad está en todas partes y hasta en las grietas acecha. Solo basta mirar a quienes tienen mas de cuarenta años, y descubrir con horror que todas están solas. No existe peor agravio que decirle a alguien "te vas a quedar sola". Ahí destruís su espíritu. La matás. No queda nada de él.
Es cierto que esa chica tenía celulitis en la panza, de la misma forma que es cierto que se van a quedar solos. Pero en un mundo sin autocrítica como es La Era Braganza, una verdad semejante puede hacer caer incluso al mas fuerte.
Como todo fantasma no es conveniente invocarla mucho puesto que se puede materializar, o poseernos sin darnos cuenta y acompañarnos por el resto de nuestros días.



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