El Jugo y su paradigma

Los ángeles se alimentan de ambrosía y en la Era Braganza nos alimentamos del jugo. Un delicado néctar inmaterial que nos rodea, pero fluctúa al igual que las tasas.

En un mundo donde el mercado es quien marca el ritmo, el jugo pasa a ser el bien mayor, por el cual se cotiza, se negocia y se oferta. Muchas veces, como las acciones en la bolsa de valores, el jugo puede estar en alta y otras tantas en baja. Estando abajo, es muy difícil recuperarse y volver a estar arriba. Algunos incluso dicen que es imposible. Los más necios le echan la culpa a la sentencia inevitable del tiempo. Otros, como Yo, al uso de zapatillas deportivas en eventos sociales.

Para convertirse en un jugo uno tiene dos posibilidades: la inmaterial, que requiere de condiciones naturales y abstractas, sumamente difíciles de conseguir, como es "la onda". Y el segundo es el material, que  viene de la mano del cuerpo. Es por eso que el uso de anabolicos dentro de La Era Braganza se vuelve tan común.

Todos queremos ser ricos, pero la macro-economía explica que no todos pueden serlo. Imprimir suficientes billetes para satisfacer a quienes no los tienen sólo desvalorizaría el capital. Lo mismo sucede en La Era Braganza: todos quieren ser un jugo, pero éste va pasando, fluctuando según el sujeto, temporadas, y no todos pueden serlo al mismo tiempo.

Recuerdo que de chico miraba los X-Men, donde uno de los personajes, Rouge, podía quedarse con tus poderes con solo tocarte. De igual manera es el paso del jugo entre individuos: se ha comprobado que para sacarle el jugo a alguien, es necesario acogotarlo, si es posible en alguna fiesta muy concurrida, donde todos aquellos que sintieron jugo por el ahorcado lo vean subordinarse ante su victimario. De esa forma todo el jugo que alguna vez perteneció al primero pasa a ser de éste último.

Asi como Liza una vez nos dijo "money makes the world go arround", en La Era Braganza es el jugo lo que nos hace girar....

Money, money, money

Dior Salve a la Reina! (parte III)

El poder que te embriaga rara vez es el que te hará permanecer. Pero seguro te volverá inolvidable. Él lo sabía y no temía perderlo. Estaba obsesionado con poseerlo. Tanto que era capaz de cambiarlo todo, sólo, por un poco más... El Restaurador, enamorado del amor, buscaba a quien querer, y si el precio era dar, entonces sería Papa Noel todos los días del año. Vacaciones en Europa, fines de semana en una quinta, y rollers after office por Puerto Madero fueron algunos de los encantos que supieron posicionar a nuestra soberana en lo más alto de un delicado sistema de castas.

Las fiestas no cesaban, pero con una diferencia, ahora Queen Bee manejaba la agenda, y eso incluía a quienes participarían de ellas. Una mirada de más, un comentario desacertado o un color mal combinado podían convertirte en un paria dentro de la Era Braganza. Los códigos se volvían casi tumberos y el modo passive agressive pasó a ser la lengua oficial de nuestro círculo.



Súbditos a la orden de un tirano sin pasado, y muchos esperábamos, que sin futuro, nos fuimos amansando como ovejas, participando de cada uno de los rendez-vous propuestos por él, y a su vez cuestionándolo un poco más. Atentos a cualquier error, cualquier tropiezo que fuera capaz de derrocarlo. Éste sin duda fue su apogeo: amigos, popularidad, plata, juventud, y algunos se atreven a decir "belleza" (divague).  La única forma de acabar con un dictador es aislarlo de sus recursos. Sólo necesitábamos descifrar cómo...