Quinta Trágica - the journey


Toda historia te lleva a un destino. Todo destino tiene un camino. El nuestro sería autopista Illia, Grl Paz, acceso norte, panamericana y de ahí recto hasta el atardecer.
La noche anterior había hablado con Fernando. Él acababa de salir del cine con unos amigos. Varios. Sus grupos siempre eran de cinco mínimo. Todos under 30. Parecían los Power Rangers. Sin pensarlo, sin esperarlo, aún hablando conmigo me dijo "te amo". Rarísimo. Tan raro que incluso llegué a dudar si no había dicho "te llamo". No. Había dicho "te amo". Supuse que estaba borracho o con sueño. De cualquier forma simulé compostura y me preocupé por pactar un horario para encontrarnos en la quinta.

Una vez arriba del auto, mi única preocupación era llegar a las cuatro según lo pactado. Corría ligeramente atrás de las agujas. Ya con el baúl lleno de alcohol y los tripulantes con los cinturones abrochados no dudé en acelerar y zigzaguear en cuanto hueco pudiera proporcionarme alguna ventaja en la carrera contra el tiempo. Estrella fumaba, todos reían, pero mi concentración estaba medida entre el reloj y la autopista. Fue recién en la fila del segundo peaje que se me acerca un oficial de tránsito o de peaje, y me pide que luego de pagar me frene al costado. Todos nos quedamos helados. Luego de escuchar sus instrucciones, aceleré golpeando al oficial en la cadera con el espejo, desprendiéndose u.

Frenados a la espera del oficial de tránsito o de peaje, noto que del baúl empieza a salir  humo. A la mera palabra de "documentos", todos, co-piloto y tripulantes de la parte trasera sacaron su DNI. Por un momento me sentí que estaba sacando refugiados de alguna frontera en Oriente Medio. Aclarada la confusión, y luego de entregar todos los documentos pertinentes, el oficial nos autoriza a seguir nuestro camino. Disimular mi miedo por el humo que seguía saliendo de la parte trasera, mientras el oficial me hablaba me dejó en ascuas. Una vez que se alejó el señor, abrimos el baúl y notamos que una pequeña brasa había comenzado lo que pudo haber terminado realmente mal.

Seguimos por  la autopista hasta llegar a la quinta. El camino de entrada adornado a los costados por empinadas zanjas me  hizo entender que ya no habia vuelta atrás. Toto, I dont think  we are in Kansas any more. Habíamos llegado, pero al bajar del auto comprobé cual Dorothy que no hay lugar como el hogar...