Dior Salve a la Reina! (parte III)

El poder que te embriaga rara vez es el que te hará permanecer. Pero seguro te volverá inolvidable. Él lo sabía y no temía perderlo. Estaba obsesionado con poseerlo. Tanto que era capaz de cambiarlo todo, sólo, por un poco más... El Restaurador, enamorado del amor, buscaba a quien querer, y si el precio era dar, entonces sería Papa Noel todos los días del año. Vacaciones en Europa, fines de semana en una quinta, y rollers after office por Puerto Madero fueron algunos de los encantos que supieron posicionar a nuestra soberana en lo más alto de un delicado sistema de castas.

Las fiestas no cesaban, pero con una diferencia, ahora Queen Bee manejaba la agenda, y eso incluía a quienes participarían de ellas. Una mirada de más, un comentario desacertado o un color mal combinado podían convertirte en un paria dentro de la Era Braganza. Los códigos se volvían casi tumberos y el modo passive agressive pasó a ser la lengua oficial de nuestro círculo.



Súbditos a la orden de un tirano sin pasado, y muchos esperábamos, que sin futuro, nos fuimos amansando como ovejas, participando de cada uno de los rendez-vous propuestos por él, y a su vez cuestionándolo un poco más. Atentos a cualquier error, cualquier tropiezo que fuera capaz de derrocarlo. Éste sin duda fue su apogeo: amigos, popularidad, plata, juventud, y algunos se atreven a decir "belleza" (divague).  La única forma de acabar con un dictador es aislarlo de sus recursos. Sólo necesitábamos descifrar cómo...




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