Sensibilidad


Febrero del 98, los chicos de Costa Esperanza pisaban fuerte en mis tardes, y una noche fuimos con mis papas al cine a ver el fenómeno Titanic. No muy avanzada la película, se encuentra Rose en su camarote sentada frente a su boudoir y se acerca su fiancée con el emblemático collar. Al referirse a él, dice -los franceses lo llaman le coeur de la mer- y los dos repiten al unísono "the heart of the ocean". Inmediatamente me llamó la atención que la traducción no fuese "el corazón del mar", que resulta mucho mas fiel a su nombre original. Y sin embargo repetía una y otra vez para mi mismo "el corazón del océano, el corazón del océano". Y entonces entendí que la palabra océano alberga una profundidad que no tiene mar. Existe una prosa, una poética y un romance en océano que la palabra mar no la tiene. Y es esa distancia que separa al mar del océano donde siempre me conmuevo. Creo que cada vez que repito la palabra océano me vuelvo un poco mas mujer. Océano, océano, océano....

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